Vengo del mar,
las olas estaban serenas.
Un rato antes
fui a caminar
por las altaneras rocas
que empalizan
y dividen las arenas.
Entre ellas sentada,
una mujer me llamaba
-¿Quieres un dibujo?
No te cobro nada.
-Bueno, ¿con mi capelina rosada?
-¡Es parte de lo que me impactó!
-Desde Nápoles se diseñó
y mi madre la armó…
¡Qué trazo rápido,
casi no he hablado
y ya lo ha terminado!
¡Pero no puede ser gratis,
es demasiado bello!
-Feliz del papel
que lleva tu rostro
como un sello.
-No, señora, le agradezco
a su mano el arte
que la vida le entregó,
para conservar en el papel
Las acuarelas que Dios le inspiró.
ANAMARÍA BLASETTI
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