Él recuperó
el poder,
la manera, la estirpe
presidencial.
Su fuerza
era la sonrisa
y la amistad…
la mano abierta,
el sentimiento
cálido de bondad.
Pero escondía
una garra
de inmensidad.
Hoy derraman lágrimas
hasta los que no lo supieron admirar.
La militancia
fue su pasión febril.
Se lo llevó
su corazón…
Ya no soportó
el dolor de querer
unir, a las personas
y no poder,
porque mientras él peleaba
por ese noble ideal,
¿otros buscaban
su silla presidencial?
Él fue el animador
para inspirar
al pueblo de soluciones,
líder político
tuvo objetivos a lograr;
gobernantes de América
a juntar
para llevar a cabo
la vocación
de aquel ideal.
Y de repente
se pudieron.
Así como San Martín
pugnaba por hacer realidad
y a Latinoamérica
liberarla en verdad.
Hoy es el Unasur
y los jóvenes
y las madres
y los trabajadores
¡que te lloran
porque cumpliste
con la lucha
del milagro y la moral!
¡Dios y la Patria
no te lo demandarán!
ANAMARÍA BLASETTI
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