Seguramente todos hemos tenido uno
Cuarto, quinto año quizás,
en la escuela secundaria,
y me fui a enamorar
de un practicante médico de guardia.
Yo era una apenas mujercita;
él también de mí se enamoró.
Me arrodillaba en la capilla
de la escuela y le pedía a Dios;
mi corazón redoblaba:
bom, bom, bom, bom.
Qué año tan feliz, ¡señor!
aquel de mi primer amor!
Uniforme, útiles en mano
y hechizo en los dos.
En la esquina me solía aguardar;
desde adentro miraba,
mi suspiro era un cantar.
Pero… todo termina, sin volver a
empezar…
Y en mi recuerdo hoy volví a entrar!
Abrí la profundidad del tiempo,
y como extraño espejismo,
volví esperando la hora de la salida,
para, en la esquina,
tomados de la mano
caminar y caminar!!!
ANAMARÍA BLASETTI
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