Te dije… amor,
buen día, mi sol,
te recibí
y tus manos
como aves
volaron por mi cuerpo…
Me hicieron
estremecer de pasión
y suspiros,
yo inhalaba
y exhalaba tu aroma.
Eras perfecto
en esos momentos
en que me amabas.
Gozamos tanto
que el infinito
se redujo
a nosotros dos.
¡Cuánto te amo,
oh, Dios!
ANAMARÍA BLASETTI
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