Era como un preanuncio del final, ese anotador y la lapicera
inmóviles sobre la mesita junto a su cama en el centro de internación. Ella, la
gran consumidora de anotadores y lapiceras que se agotaban prontamente ante la
constante sucesión de inspiradas poesías… ¿qué estaba pasando que no logramos
advertir? Sin embargo, sacó fuerzas e inspiración para dedicarlas a una vida
que comenzaba. ¡Qué paradoja! Porque esa poesía a esa vida que comenzaba, sería
el postrer aporte como poeta, de una vida que estaba terminando…
SOFÍA
Desde el vientre fuerte
naciste brillante
a la vida,
te presentaste
como el Sol…
Con la humanidad
te amigaste rutilante
y reina de todo amor.
Te llamaron Sofía…
entre brazos amorosos
arrullas la vida!!!
Pequeñita, ojos claros,
parecida a papá y mamá…
una vez y otra vez
quiero oír tu llanto
que me llama, que me dice
¡Los lleno de felicidad!
ANAMARÍA BLASETTI